La estatua de San Sebastián del Acueducto seleccionada como ‘pieza del mes’ en el Museo de Segovia

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Estatua en su estado actual


Los restos que se conservan de la talla de San Sebastián del Acueducto de Segovia han sido seleccionados en julio por el Museo de Segovia como ‘pieza del mes’. La estatua del siglo XVI procede del nicho del Acueducto que mira hacia oriente, donde fue colocada el 30 de marzo de 1520, casi de forma simultánea a cuando se colocó la estatua de piedra de la Virgen en el nicho del Acueducto que mira al Azoguejo. Los visitantes pueden contemplar la talla dentro del horario del museo: de martes a sábado, de 10.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 20.00 horas; y los domingos, de 10.00 a 14.00 horas.


Esta estatua de San Sebastián fue realizada en madera de pino y aunque no tiene autor conocido, como recoge el historiador Diego de Colmenares, fue Antonio de la Jardina quien sufragó la obra y se encargó de su posterior colocación en el nicho. De la Jardina, fue responsable también de ensayar diferentes metales para acuñar moneda en la ciudad, cuya ceca se situaba cerca de la plaza del Avendaño, muy próxima a la iglesia de San Sebastián.


Construcción de la pieza


La escultura fue realizada en madera de pino, material económico y abundante en Segovia. Se talló en varias fases en concordancia con la veta de la madera, como se observa en las extremidades superiores y en la parte distal del torso. Cabeza, tórax, abdomen y piernas forman parte de una sola pieza esculpida, mientras que los brazos se realizaron en diferentes momentos con distinto ejemplar de pino. Resulta significativo que la parte trasera de la talla se realizase de manera aislada, como puede observarse por la diferencia de número de vetas en la madera, coloración y estado de conservación.


En la parte trasera de San Sebastián, al ser la menos expuesta, se conservan mejor los atributos iconográficos del Santo, empleados en la sostenibilidad de la talla, como es el tronco donde se representa la escena del martirio. Además, se aprecia la permanencia de los rizos del cabello y restos de policromía.


Una vez finalizada la talla, la escultura fue imprimada con un tipo de gelatina aglutinante llamada cola de conejo, obtenida con la piel y el cartílago del animal. A continuación, se aplicaron varias capas de estuco blanco, como se aprecia en los restos de la talla, con la finalidad de conseguir una uniformidad y alisado en toda la pieza. Acto seguido se procedería a policromar la escultura y darle un acabado con un barniz realizado a partir de resinas naturales.


La posición anatómica que presenta la escultura desvela la escena de martirio a la que San Sebastián fue sometido. El brazo izquierdo del Santo se elevaría sobre su cabeza, como se aprecia por la posición del hombro conservado, y estaría atado al tronco de madera que se representa tras él. En lo que queda del torso todavía se puede percibir los orificios donde se alojaban las flechas con las que fue asaeteado el santo.


Un deterioro asociado a la leyenda del Acueducto


La talla de San Sebastián sufrió un deterioro muy agudo debido a las inclemencias meteorológicas, la erosión del paso del tiempo y los impactos de la pirotecnia festiva a los pies del Acueducto. Por ello, la imagen del Santo, primero, fue perdiendo el barniz, los agentes atmosféricos hicieron mella en la policromía y en la madera hasta ennegrecer casi por completo la escultura. A mediados del siglo XIX ya había perdido los dos brazos y la pierna derecha.


Este deterioro supuso que, durante un tiempo, en el imaginario colectivo, calara la idea de asociar estos daños –una talla en tan mal estado, parcialmente quemada, desmembrada y corroída por el paso de los años- al hecho de que el diablo interviniera en la construcción del Acueducto, la célebre leyenda en la que una muchacha entrega su alma al diablo para que edifique el monumento.


En 1972, durante el proceso de restauración del Acueducto, la deteriorada imagen de San Sebastián fue trasladada al Museo de Segovia, donde se conserva desde entonces.

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